Nació en Santa María de Tiñana Siero el 12 de septiembre de 1840, siendo trasladado por su familia a Pola de Laviana donde pasó su infancia y comenzó los estudios religiosos. Cursó la carrera eclesiástica en el Colegio de Dominicos de Ocaña (Toledo), donde se ordenó presbítero en 1863. Trasladado desde España a Manila (Filipinas), terminará allí su doctorado de teología, siendo discípulo de Fray Zeferino. En la Universidad de Manila fue rector y catedrático de Filosofía y Teología durante ocho años. Regresó a España en 1876 y gracias a sus estudios y formación alcanzó el cargo de consejero del Ministerio de Ultramar. Desde esa posición fue responsable del traslado de los restos de San Melchor de Quirós en 1888. Sus conocimientos también le llevaron al Claustro de la Universidad Central de Madrid.
Promovido como Obispo de Oviedo, el 17 de marzo de 1884 fue promovido a Obispo de la diócesis de Oviedo, y tomó posesión del cargo el 9 junio 1884. Fue Prelado asistente al Solio Pontificio del nombramiento de León XIII y perteneció al solio de otros muchos sínodos en lugares nacionales como Zaragoza, Tarragona o Burgos. Visitó la diócesis varias veces, siendo cinco de las visitas ad limina. En 1897 fue nombrado por Senador por la archidiócesis de Compostela. También concluyó la Basílica de Covadonga (1901) y el edificio del Seminario (1903); hizo arreglo parroquial, constituciones capitulares y sínodo diocesano (1886). También se levantaron numerosas iglesias en Asturias durante su mandato, destacando las de Navia, Grado, Sama de Langreo, Oviedo, &c.
Falleció el 17 de agosto de 1904 en Somió Gijón, en el mismo palacio que había recuperado para el obispado. Previamente, el Ayuntamiento de Oviedo decidió el 2 de octubre de 1903 denominar Calle del Obispo Martínez Vigil a la antigua Cuesta de la Noceda y Carretera de Gijón.
Benito Sanz y Forés, obispo de Oviedo, promovido el 3 de diciembre 1868, tomó posesión de su cargo el 4 diciembre de 1868. El 18 de noviembre de 1881 se traslada a Valladolid. El y sus colaboradores depositaron toda su confianza en el arquitecto alemán Roberto Frassinelli Burnitz con el objeto de emprender las obras la basílica de Covadonga.
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